Saturday, September 09, 2006

La fuga del caracol

Hacía ya algún tiempo que no sentía la paz que te da un día de descanso despues de horas y horas de trabajo. Hoy no se suponía que descansaría, pero una comida demasiado prolongada me llevó a ese placentero estado de satisfacción que es el oasis al que se aspira dentro de la vida capitalista.
En la comida me encontré con una peculiaridad: caracoles. Decidí ordenarlos y de pronto ahí estaban frente a mí. Un segundo antes de comenzar a comerlos pensé en lo mucho que odio pisarlos al salir de casa, me llenan de un terrible sentimiento de culpabilidad. Me imagino como deben de ser sus últimos segundos, viendo ese enorme pie aproximarse y ellos intentando huir - ¡Corre, caracol! ¡Corre!- y no consiguiendolo, terminando su corta existencia con ese crujiente "adios". Debe ser terrible morir en ese magnánimo estado de impotencia. Pobres bichos, me resultan muy simpáticos. Pero es la ley de la vida, los lentos e innofensivos de este mundo serán eliminados.
Sin embargo el hambre es un sentimiento tan grande que 10 minutos despues había acabado con mi plato y si hubiera estado solo hubiera dejado salir un estruendoso erupto como gesto de satisfacción.
La moral se detiene en donde empieza la cadena alimenticia. Con permiso, continuaré echando la hueva.

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