Saturday, February 03, 2007

Anósmico

De la caja negra de Zerulean:

Cuando veo su recuerdo ya no duele. Cuando pienso en ella ya no hay rencor y tampoco la extraño. Algunas veces hasta sonrío cuando la recuerdo y es que fué hace ya tantos años que mis sentimientos se fueron diluyendo día a día, prueba de que el tiempo es medicina. De pronto me parece que el aprendizaje es sólo una consecución de traumas que un día se desprenden del miedo y quedan sólo como la experiencia.
Parecería que todo está bien, pero me he dado cuenta de que quedó una secuela que se mantuvo invisible por mucho tiempo y que recien he identificado. Siempre dependí de mi olfato para enamorarme, había algo en el aroma de una mujer que era lo que hacía que se activara el proceso. Más tarde me enteré que tiene que ver con las feromonas restregándose contra el órgano de Jacobson o vomeronasal. Pues algo pasó y después de ella no he percibido en ninguna mujer ese aroma. Estan los olores de sus perfumes, jabones, shampoos y acondicionadores, esta el olor de su piel y de sus alientos, el casi imperceptible y multidisfrazado sudor, pero ya no encuentro ese vapor que hace que la sangre se acelere y que provoque vértigo al encontrarte con sus ojos.
No sé si esto sea uno de los primeros síntomas del envejecimiento o si en efecto ella decidió guardarse algo mío y eligió mi olfato. El amor en mi no entra por los ojos y mi nariz esta secuestrada. Ahí esta tendida esa mujer y sus deseos aún cubren mi cuerpo pero no la siento cerca, no quiero que se quede. Si tuviera menos alma la despertaría para que se fuera, pero al menos le debo la paz de su sueño. Me queda su sabor pero es el equivalente a la satisfacción de la comida rápida, solo llena por algunas horas el vacío de un apetito que regresará amplificado. Todos mis sentidos fueron satisfechos de igual forma, sólo alimentados en su parte instintiva, nada sólido que pueda nutrir. El hambre se acomoda en su nivel más basico y no pide nada más que carne, no hay olfato para buscar algo más. Eso es todo.
Recuerdo haberla mirado a los ojos mientras conversábamos hace unas horas y de la forma más discreta posible aspiraba la mayor cantidad de su aroma sin que ella lo notara. Ni siquiera recuerdo lo que me decía, solo pensaba en su ausencia en mi nariz. La única forma de que alguien entre en mí es esa puerta y ahora me doy cuenta de que hace tiempo perdí la llave.

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