Sunday, September 17, 2006

¿Me pasas la sal?

Hace ya algún tiempo me dí cuenta de cómo las fiestas del país se han vuelto más y más insípidas. Muchas veces esto ha sido provocado por alguna desgracia. Dos semanas antes de la navidad pasada murió un tío en circunstancias poco comunes, así que las ganas de celebrar se fueron a la mierda.
El 15 de Septiembre en este país se celebra el comienzo de la insurrección por la independencia del dominio español y también se celebra nuestra dependencia al alcohol. Ser escalvos esta en nuestra sangre. Cuando era niño me parecía una fiesta fantástica, salías más temprano de la escuela y en la noche tronabas cuetes. Tus papás te dejaban dormir más tarde de lo habitual y ¡podías pasar ese tiempo extra en la calle! Ya que todos tus amigos y vecinos se encontraban ahí. Eran tiempos muy distintos. Después esta fiesta, al llegar la adolescencia y mi gusto por los excesos, se convirtió en una serie de horripilantes borracheras, las cuales adoraba porque en aquellos días la cruda no pasaba su factura, al menos no con la sanguinariedad que lo hace ahora. Así se mantuvo por muchos años hasta aquel terrible 15 de Septiembre de 1999. Yo no estaba en el país y aquel día pensé en ir a buscar a mis compatriotas e intentar identificarme con "nuestra cultura". Para no extenderme mucho, aquel día me dí cuenta de lo condicionado que esta el ser humano y lo poco que hace falta para condicionarlo. Al otro día si tuve una cruda espantosa, pero sobre todo una terrible cruda moral. Siendo que en el Canadá este día no es diferente de cualquier otro y sólo hace una diferencia para las tiendas de alcohol y para el departamento de limpieza de Robson Square, todas los negocios abren y decidí ir a comprarme mi guitarra para distraerme de la desmoralización de ser "independiente". Creo que fué entonces cuando comenzó mi desamor por esta fiesta.
Hace un par de días, el pasado día 15 trabajé y me detuve hasta las 8 de la mañana del 16 cuando mis ojos estaban a punto de estallar. Pasé todo el día en cama, obvio. Por la noche salí a dar un paseo y cerca de las 9 de la noche me dí cuenta del día que era. La nostalgia jugueteó un rato conmigo y me entristeció este fenómeno de irle perdiendo gusto a estos días que la gente disfraza de diferentes. Es necesario hacer eso. La rutina es pesada y querer romperla ya sea diciendo que somos "independientes" o con cualquier otra mentira o pretexto me parece grandioso. Talvez el próximo año me cambie el nombre a "Pancho" y use un zarape, sombrero y bigotes de revolucionario y me ponga una peda terrible, como cuando tenía 16 años. De momento, y para no esperar tanto, me inventaré un día de la Emancipación del Corazón y me robaré un día entre semana por dos razones: una porque me lo merezco y otra porque puedo hacerlo. Una razón que podría agregarle es darle tiempo a mi ojo izquierdo para que se desinflame.
Esta perdida del sabor, no solo en las fiestas si no en la vida cotidiana es preocupante. Parece tener alguna relación con la edad, pero sobre todo con la insensibilización del individuo. Cada vez menos cosas te sorpenden, la vida al entrar en grandes ciclos rutinarios se hace predecible. Sí uno piensa en los alemanes se congela la piel. Ellos han llevado ese punto a niveles insospechados de predictibilidad, no es sorpresa que sean personas poco expresivas y alegres. La solución, para algunos de ellos, en esta busqueda de "encontrarle sabor a la vida" la han enfocado en sus practicas sexuales. No es que esté en contra de las parafílias, pero creo que la coprofilía es repugnante. Si uno quiere conocer todos los estadíos Freudianos al mismo tiempo solo debe de cojer con uno de estos arios enfermizos.
Así que, pensando en esto último, mejor pásenme una botella de tequila, prefiero tener ese sabor de la vida que el de las heces de algún deshabrido autómata.

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